Picota, Tocho y Misrublos: el pasado y el presente de la tuna de la Universidad de Alcalá.
La canción es lo de menos. Lo importante es no perder la esencia de la tuna. Por eso, subir al Machupichu para cantar los Clavelitos o dar el ‘do de pecho’ vestidos de piratas o superhéroes son solo algunas de las hazañas de los tunos de la UAH. La vergüenza no existe para ellos y se han hecho tan internacionales en sus viajes por todo el mundo que hasta en el lugar más remoto de la sabana de Venezuela suena su CD. No hay quien les pare, y los nuevos integrantes han sabido adaptarse a las modas y mantener su espíritu. El próximo 25 de abril celebrarán un festival solidario donde generaciones de tunos como Víctor (54), José Alfonso (38) y Carlos (24) dejarán patente la unión que existe entre los veteranos y los más jóvenes.
Carlos Arias, Misrublos, ha sido uno de los últimos en unirse a esta agrupación. Este estudiante de Informática de Sistemas cambió hace tres años la guitarra eléctrica y el heavy metal por la bandurria y tuvo que hacer rondallas vestido de piratahasta que obtuvo su traje. Y es que más allá de la música, en la tuna anida un sentimiento: el de pasárselo bien. Desde su fundación, a mediados de los 60, algunas costumbres han cambiado, pero su espíritu prevalece.
Fueron los estudiantes de Medicina y Económicas de la Universidad Laboral quienes crearon el primer grupo de tunos. Una época en la que se ensayaba en la misma cafetería del centro y los pardillos, esto es, los novatos, vestían con bata blanca durante varios meses hasta hacerse con el traje. Y fue tan bien acogido que solo hubo que esperar a que se reabriera el campus de la UAH en 1974 para que se creara otra tuna. No obstante, años más tarde, en 1986, las dos se unirían en una sola estableciendo así el grupo actual.
De esta fusión fue testigo Víctor Alcolea, alias Picota. Entonces estudiante de Económicas, entró a formar parte de la tuna de la Universidad Laboral en 1980 y es uno de los miembros más veteranos que está en activo. Hablar de tuna para él es hablar de toda una vida, y es que sus compañeros no faltaron ni el día de su boda. Asegura que el grupo es algo que te va captando y él, que ya es perro viejo en esto de la tuna, no ha querido salir nunca de él. Vivió la época del ‘boom’ de los tunos, entre los 80 y los 90, y ha visto como en la actualidad ha ido decayendo, pero destaca que en ningún caso está en peligro de extinción.
MÁS VIVA QUE NUNCA. Como buenos profesionales, se adaptan a las modas, y al igual que cantan las canciones tradicionales, se atreven con los tonos de moda. Se resignan a acabar con su actividad, y es que han alcanzado un prestigio notorio por todo el mundo. Por ello, del 25 de abril al 1 de mayo se celebrará el VI Festival Internacional de Música Universitaria de la Ciudad de Alcalá. En él participarán las tunas de Eindhoven (Holanda), San Martín de Porres (Lima, Perú) y Madeira (Portugal). También habrá grupos nacionales de Canarias, Andalucía y Cataluña, entre otros. Un pasacalles musical por el Centro será el acto principal, en el que se presentará el Gigante Tuno que la asociación de la Tuna de Alcalá donará a la ciudad.
Algo que les llena de orgullo, y es que según ellos la agrupación alcalaína es una piña. Así lo señala José Alfonso Díaz, Tocho. Entró el la tuna en 1992, el primer año que empezó a estudiar Telecomunicaciones, y, casualmente, en una de las rondallas conoció a la que hoy es su mujer. Le debe muy buenos momentos a este grupo y, para las nuevas generaciones advierte que el punto en común de todos ellos, “por su puesto”, debe ser la música. “Puede que no sepas cantar o tocar un instrumento, pero la música es algo que te tiene que gustar. Un tuno siempre encuentra su lugar en el grupo si cumple estos requisitos”.
Laura Arribas.
Lo que caracteriza a la tuna de la Universidad de Alcalá es la relación intergeneracional que existe entre sus miembros. Foto: Sandra Santiago